Fragmento 109 | "La esencia de Cristo es la obediencia a la voluntad del Padre celestial"

25.09.2020

Vídeos de la Palabra de Dios | Fragmento 109 | "La esencia de Cristo es la obediencia a la voluntad del Padre celestial"

La obra y la expresión de Cristo determinan Su esencia. Es capaz de completar con un corazón sincero lo que se le ha confiado. Es capaz de adorar a Dios en el cielo con un corazón sincero, y con un corazón sincero buscar la voluntad de Dios el Padre. Todo esto lo determina Su esencia. Y también Su revelación natural la determina Su esencia; la razón por la que Su revelación natural se llama así es porque Su expresión no es una imitación o el resultado de la educación por el hombre o el resultado de muchos años de refinamiento por el hombre. Él no la aprendió o se adornó con ella; más bien, es inherente a Él. El hombre puede negar Su obra, Su expresión, Su humanidad y toda la vida de Su humanidad normal, pero nadie puede negar que Él adora a Dios en el cielo con un corazón sincero; nadie puede negar que ha venido a cumplir la voluntad del Padre celestial, y nadie puede negar la sinceridad con la que busca a Dios Padre. Aunque Su imagen no sea agradable a los sentidos, y Su discurso no posea un aire extraordinario, y Su obra no sea tan impactante o trascendental como el hombre se la imagina, Él es en realidad Cristo, Aquel que cumple la voluntad del Padre celestial con un corazón sincero, que se somete por completo al Padre celestial, y que es obediente hasta la muerte. Esto se debe a que Su esencia es la esencia de Cristo. Esta verdad es difícil que el hombre la crea, pero en realidad existe. Cuando el ministerio de Cristo se haya cumplido por completo, el hombre podrá ver por Su obra que Su carácter y Su ser representan el carácter y el ser de Dios en el cielo. En ese momento, la suma de toda Su obra podrá afirmar que Él es en realidad la carne que la Palabra se hizo, y no semejante a la de un hombre de carne y sangre. Cada paso de la obra de Cristo en la tierra tiene su significado, pero el hombre que experimenta la obra propia de cada paso no es capaz de comprender el significado de Su obra. Esto sobre todo es así para los diferentes pasos de la obra que lleva a cabo el segundo Dios encarnado. La mayoría de los que sólo han escuchado o visto las palabras de Cristo pero que nunca lo han visto, no tienen noción de Su obra; los que han visto a Cristo y escuchado Sus palabras, así como experimentado Su obra, se les hace difícil aceptar Su obra. ¿No es esto porque la apariencia y la humanidad normal de Cristo no son del gusto del hombre? Los que acepten Su obra después de que Cristo se haya ido no van a tener esas dificultades porque sólo aceptan Su obra y no entran en contacto con la humanidad normal de Cristo. El hombre es incapaz de desechar las nociones que tiene de Dios y en cambio lo escrudiña intensamente; esto se debe al hecho de que el hombre sólo se enfoca en Su apariencia y no es capaz de reconocer Su esencia basándose en Su obra y en Sus palabras. Si el hombre cierra sus ojos a la apariencia de Cristo o evita discutir la humanidad de Cristo y habla sólo de Su divinidad, cuya obra y palabras ningún hombre las puede alcanzar, entonces las nociones del hombre disminuirán a la mitad, incluso al punto de que todas las dificultades del hombre se resuelven.

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