Palabras diarias de Dios | Fragmento 458 | "La obra y la entrada (2)"

11.12.2020

Devocional de hoy   |  Palabras diarias de Dios | Fragmento 458 | "La obra y la entrada (2)"

 Uno trabaja para satisfacer la voluntad de Dios, para llevar delante de Él a todos los que son según Su corazón, para llevar al hombre a Él y presentarle la obra del Espíritu Santo y la dirección de Dios, perfeccionando así los frutos de la obra de Dios. Por tanto, es imperativo que tengáis completamente en claro la esencia de la obra. Como persona usada por Dios, cada hombre es digno de trabajar para Él; es decir, todos tienen la oportunidad de ser usados por el Espíritu Santo. Sin embargo, hay algo que debéis entender: cuando el hombre lleva a cabo la obra encargada por Dios, se le ha dado la oportunidad de ser usado por Él, pero lo que dice y lo que sabe no corresponde del todo a su estatura. Lo único que podéis hacer es conocer mejor vuestras deficiencias en el transcurso de vuestra obra y llegar a poseer un mayor esclarecimiento por parte del Espíritu Santo. De esta manera, se os permitirá obtener una mejor entrada en el transcurso de vuestra obra. Si el hombre considera la guía que viene de Dios como su propia entrada y como algo que es inherente a sí mismo, entonces no hay potencial para que la estatura del hombre crezca. El esclarecimiento que el Espíritu Santo lleva a cabo en el hombre ocurre cuando este se encuentra en un estado normal; en momentos así, las personas a menudo confunden el esclarecimiento que reciben con su propia estatura real, porque la forma como el Espíritu Santo esclarece es excepcionalmente normal, y Él utiliza lo que es inherente dentro del hombre. Cuando las personas obran y hablan, o cuando están orando y llevando a cabo sus devociones espirituales, una verdad se le aclarará de forma repentina. Sin embargo, lo que el hombre ve en realidad es tan solo el esclarecimiento del Espíritu Santo (naturalmente, este esclarecimiento está conectado con la cooperación del hombre) y no representa su verdadera estatura. Después de un periodo de experiencia en el que el hombre se encuentra con algunas dificultades y pruebas, la verdadera estatura del hombre se pone de manifiesto bajo tales circunstancias. Solo en ese momento el hombre descubre que su estatura no es tan grande y surge su egoísmo, sus consideraciones personales y su avaricia. Solo después de varios ciclos de experiencias como esta, muchos de los que son despertados en su espíritu se dan cuenta de que lo que experimentaron en el pasado no fue su propia realidad individual, sino una iluminación momentánea del Espíritu Santo, y que el hombre solo había recibido esta luz. Cuando el Espíritu Santo inspira al hombre para que entienda la verdad, con frecuencia lo hace de un modo claro y nítido, sin explicar cómo se produjeron las cosas o hacia dónde van. Es decir, en lugar de incorporar las dificultades del hombre en esta revelación, Él revela directamente la verdad. Cuando el hombre se encuentra con dificultades en el proceso de entrada y luego incorpora el esclarecimiento del Espíritu Santo, esto se convierte en la verdadera experiencia del hombre. [...] Por tanto, al mismo tiempo que recibís la obra del Espíritu Santo, debéis darle todavía más importancia a vuestra entrada, y ver exactamente cuál es la obra del Espíritu Santo y cuál es vuestra entrada, así como incorporar la obra del Espíritu Santo a vuestra entrada para que podáis ser perfeccionados por Él en muchas más maneras y, así, la esencia de Su obra puede forjarse en vosotros. En el transcurso de vuestra experiencia de la obra del Espíritu Santo, llegáis a conocer tanto al Espíritu Santo como a vosotros mismos; además, en medio de incontables episodios de sufrimiento intenso, desarrollaréis una relación normal con Dios, y la relación entre tú y Dios crecerá más cada día. Tras incontables ocasiones de poda y refinamiento, desarrollaréis un amor verdadero por Dios. Por esta razón debéis daros cuenta de que no debe tenerse miedo al sufrimiento, los golpes y las tribulaciones; lo que sí asusta es tener solamente la obra del Espíritu Santo, pero no vuestra entrada. Cuando llegue el día en que la obra de Dios esté acabada, os habréis esforzado para nada; aunque experimentasteis la obra de Dios, no habréis llegado a conocer al Espíritu Santo ni habréis obtenido vuestra propia entrada. El esclarecimiento que el Espíritu Santo obra en el hombre no es para mantener su pasión, sino para abrir una senda para la entrada del hombre y para permitirle llegar a conocer al Espíritu Santo, y que, a partir de ahí, desarrolle sentimientos de reverencia y adoración hacia Dios. Extracto de "La Palabra manifestada en carne

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